Colores nuevos.

He teñido mi mundo de colores nuevos
He cambiado lo que veo
Todo me sabe distinto
Todo me huele a cielo
He dejado de ser la misma
He conseguido salir del laberinto
He escapado de mis raptores miedos
Ahora siento que «quiero», «que debo»
Le gané la batalla a mis «no puedo»
Ahora yo dirijo el vuelo, yo controlo el tiempo,
El mando ahora es mío, el canal puedo cambiarlo cuando quiero, no tengo que pedir permiso…
Ya no lo dudo ni lo pienso.
Ya no tengo amuletos
Ya no busco credos
Ya no me rompo, me cosí los rotos, la redención me suena en estereo
Vivo, aceptando las cadenas de la efemeridad, ya soy libre, me busco entre páginas y voy pegando pedacitos en el collage de mi ser.
Soy un edificio, intentando crecer y construirse, aunque tiene en muchos sitios escombros, en otros lares no hay desperfectos, son ventanas, puertas y paredes, que solo quieren lucirse.
No tengo definición, tampoco límites
Hilvano episodios e internalizo, absorber en mi beneficio, de lo que capto, de lo que existe, y lo que no existe en lo que pienso tiene hueco.
Siento que recorrí cien mil veces este sendero, pero ahora, ya no me acuerdo, eso quedó atrás de mí y lo dejé perderse, no quiero volver ahí, hace frío y no consigo nada bueno.
El gris no es solamente un color, es mi filosofía, porque los extremos son inexistentes, que no es blanco ni es negro, que no es sencillo o complicado, que no es sí ni es no, es solo un intermedio, una pausa, estamos en la mitad de una nada sin principio ni fin, mi realidad está manchada de un bonito gris y no quiero darle más vueltas, ya solo quiero decidir, decir adiós a las respuestas, quiero dejarlo así.

En busca de un nuevo Dios.

¿En eso consiste toda esta mierda de vivir? ¿En eso? ¿En encontrar un significado a todo, en encontrarte a ti mismo, tu puto lugar en este maldito mundo en el que eres un passerby cualquiera al que un día ya nadie va a recordar? ¿Para eso estoy aquí? Y no me digas que qué visión tan escéptica y pesimista, que no está bien, porque no tienes razón. ¿Te crees que yo voy a sufrir toda mi vida por dejar mi huella? ¿Piensas que quiero eso? Que le den por culo a la huella, triunfa tú, yo no voy a molestarme ni en pensarlo. ¿Crees que tal vez necesito vivir en la pequeña posibilidad de todo, cuando yo misma sé que eso de la fe es algo muy relativo? No jodas, ¿de acuerdo?

Tal vez necesite creer porque como que no respiro si no lo hago, pero no tengo la maldita obligación de sentirme bien con ello. Que le den al supuesto Dios, al supuesto lo que sea que haya ahí, cuando tal vez no haya nada, que también podría ser, ¿pero qué gracia tendría eso? Me apoyaré en la razón, ya que he matado a Dios. Te adoro Nietzsche, hice lo que me dijiste, me lo he cargado y he borrado toda posible prueba del asesinato, ¿y ahora qué? Yo no puedo ser mi puto propio Dios, es una carga demasiado pesada para mí. La razón, sí, eso es algo superior en mí que merece ser elevado, separado de lo vasto de mi ser. Es una facultad tan superior, tan fiable… Bien, resulta que te jodes otra vez, la razón no es del todo fiable porque… ¿y si yo no existo? Si yo no soy real nada de lo que pienso lo es, a menos que sea una mierda de ente a parte y dudo que mis pensamientos sean una cosa separada de mí, porque principalmente, VIENEN de mí. Así pues, ¿por qué creerme a mí misma? Solo me guío del ambiente, ¿y si ese ambiente es falso? ¿Entonces qué? Tengo que buscarme otra cosa a la que aferrarme, ¿yo misma? Nah, ni siquiera estoy segura de que esté aquí, de que lo que entiendo, sé y soy, sea la verdad. ¿Pero acaso existe la verdad? ¿Podremos alguna vez toparnos con «la verdad» si parece que siempre que nos acercamos a ella distorsionamos todo? Mi realidad es la que hay, la otra ni siquiera puede saberse a sí misma, así que qué más da…

«Vivir en la incertidumbre». Una cosa que he oído hace poco, es como que hasta que no lo escuché ni siquiera me lo había planteado. Es lo peor, ¿no? Sería como vivir en la nada, sin nada cierto, sin nada real, dudando, constantemente dudando… ¿Quién puede vivir así? Y menos cuando sabemos que actúamos acorde a lo que creemos, yo no daré un paso si dudo de que el estado anterior no es seguro. Por analogía, sería construir una escalera en el aire, y a cada paso de conocimiento, mirar atrás porque parece que el escalón anterior se está cayendo, y ahí arriba, ¿a qué me aferro? Podría inventar la barandilla del vive sin pensar, porque pensar es malo y parece que te acorta la vida. La barandilla tiene un graffitti pintado: Deja de pensar y solo sé. ¡Claro, como si fuese tan fácil ir en contra de para lo que la evolución me ha diseñado!

Hasta ser uno con el aire.

Y aquí estoy, soportándome, cuando el mal se vuelve real, cuando cada palabra es un cristal que solo dice ‘verdad’ y las cicatrices se vuelven a abrir y a sangrar.
Aquí estoy, negándome que mi corazón late, interrogando a cada parte, sospechando de mi mente, confundiendo pasajes del ayer con el presente, definitivamente estoy demente.
Aquí estoy, sin levantarme, creyendo que las fuerzas me dejaron para irse a otros lares, que todo me abandonó y ahora me hallo totalmente sola, en tierras de nadie, divagando perdida, sedienta, rodeada de mil mares.
Y si me voy, no me sigas, no voy a ninguna parte, y no pienso dejar huellas, pretendo esfumarme, arrancarme la vida de la carne, desaparecer, y no pararé hasta ser uno con el aire.

No voy a decirte quién soy.

No voy a decirte quién soy.
No voy a decirte qué me gusta o qué detesto.
Qué hago y qué no hago.
Nada de hobbies, ni comidas favoritas, ni equipo de fútbol.
Nada de eso.
¿Por qué? Preguntarás…
Porque vas a juzgarme. No por quien soy de verdad, si no por las ideas que tienes sobre lo que yo te diga.
Y no hace falta que te hagas una imagen definida de mí, ¿entiendes?
Ni siquiera creo que necesites ver mi aspecto.
Porque yo no soy eso, al menos no del todo.
Hay más donde no puedes ver.
Hay mucho más ahí donde tú crees que acabó todo.
No soy mis gustos, no soy mi trabajo y casi nunca somos lo que creemos.
Somos como nos construimos, somos cada pequeño cambio, somos cada palabra nueva que inventamos.
Sólo somos eso.
No somos nada estable, nada fijo, nada que se sepa ya de antemano.
Así que deja de preguntarme, porque no sé quién soy,  ni creo saberlo.
No sirve de nada que sepas que me gustan los spaguettis si tal vez mañana ya los odie.
No sirve de mucho saber que mi ídolo es una persona cualquiera si ya mañana no pensaré igual.
Jamás seré la del día anterior. Tú tampoco.
Conóceme ahora por lo que cambio, no ayer por lo que fui, ni mañana por lo que creo que seré.
No voy a decirte quien soy, porque es que no lo sé.

El plan.

Cuando comprendes, así, de repente, que la vida nada gratis da, que a veces perderás más de lo que ganarás, que caerás, que fallarás, que es así, que es de verdad, es la hora, pues, de idear un plan…

Si me roban, tendré copia de seguridad.

Si me humillan, no me va a importar.

Si me pegan, esquivo y golpeo y dejo que vengan a por más.

Si me caigo, solo me volveré a levantar.

Si necesito ayuda, la pediré sin más.

Si me piden tiempo, esperaré sin rechistar.

Si no tengo a nadie, abrazaré a mi soledad.

Si me pierdo, no pienso dejarme de buscar.

Si la fe se esconde, sé que en algún lugar debe estar.

Si la ficción persiste, me chutaré una dosis de verdad.

Y si la realidad amarga…, sacaré las alas y echaré a volar.

Hola de nuevo.

Lo he hecho, otra vez. Dar la espalda a la fealdad del mundo. Ver color cuando todo era gris. Ha sido hermoso…, como vivir un sueño muy real. Pero todas las fuerzas se agotan, todos los sueños acaban, y despiertas. Oh, y cómo duele despertar. Yo querría soñar hasta morir, pero no, se me acabó la demo, el período gratuito, maldición, joder, ¿por qué mierdas no soy Premium? Hay que joderse, y cada retazo de luz vuelve a la sombra a la que pertenece. ¡Hasta cuando quieras volver Esperanza! Sabes que siempre serás bienvenida. Luego giro la cara, continuo, sin dignarme a mirarla a la cara: Hola de nuevo, Agonía.

Un de repente.

[…] la vida es un de repente, montaña rusa de principios y finales, el vaivén es, el preguntarme y no obtener respuesta, estoy bien así, qué te apuestas, déjame que pruebe, erre que erre, que intente, soy un ser pensante, qué quieres.

Esto es lo que soy, una mente, atascada en un efímero presente, nací sin nada y sin nada me iré, puedes creerme, desesperanza vomitaré, me puse hasta el culo de incertidumbre, ya como que comerse el tarro es costumbre, pero no te preocupes…

La luz llevo bien guardada aquí dentro y me abrasa, está ardiendo, creo que te estoy contagiando, ups, cuánto lo siento, pero cada delirio tengo que escribirlo, es mi talento, callar jamás, es malo, lo presiento, alzaré la voz hasta quedarme sin aliento, este, mi último intento

Una necesidad más

Cuando inventamos algo lo hacemos porque existe una ferviente necesidad que cubrir. ¿Necesitamos comunicarnos? Papel, lápiz, teléfonos, redes sociales…¿Necesitamos comer? McDonalds​, kit kats, tenedor, platos…

Así, con todo. (Menos las cosas inútiles, que de esas cada vez hay más.)

Cuando nuestro cuerpo necesita algo, inmediatamente saltan mecanismos complejísimos que hemos desarrollado por evolución para solucionar esa necesidad.

¿Tenemos calor? Sudamos.

¿Tenemos que refrigerar el cerebro? Bostezamos.

¿Tenemos hambre? Es porque las cavidades del estómago le dicen al cerebro que están vacías y en respuesta gruñen. En consecuencia vamos a la nevera a por un helado de chocolate.

Y así, con todo. (Menos por las cosas que aún nuestros cuerpos humanos no han sido capaces de desarrollar, o todos aquellos casos en los que los mismos no funcionan adecuadamente, que al parecer, son unos cuantos.)

Pues escucha, «creer» también es necesario, ¿para quién? Para nuestro amigo del alma el bienestar psicológico. 

La  fe  es  a  los  humanos  lo  que  el agua a la  existencia  de  vida,  la botella de whisky al borracho,  las  mentiras  al mentiroso,  la  inocencia  a  un niño,  el papel  y  la  pluma  al  poeta.

 La  fe  es como comer y beber cada día, una necesidad más del ser humano. 

La  fe  es el  arma  que hemos  ideado  para combatir  contra  aquello  que  no podemos explicar,  es  el  escudo  que  nos  salva  de la  flecha  del  pesimismo, es la tranquilidad  del  hombre  y  es  su refugio, un  invento  de  padre  en la  edad  adulta como  dice Freud.  

Creer  en  Dios  o  por el contrario creer  en otra  cosa,  en  lo que sea,  es  lo que  te hace  vivir  la  vida plenamente. Seas creyente,  agnóstico  o ateo, o idolatres a un saltamontes, creer es la  manera  de superar  las  adversidades de  la  vida, la forma de seguir caminando. ¿Un arma biológica muy necesaria? Exactamente. 

Es eso

Y  la vida es eso, crear;  y vivir es desvariar, temer, vencer, morir;  y vivir es aprender, crecer, sentir, elegir. Y la edad es el  tiempo que hemos  creado, temido, sentido, querido,  arrasado,  que hemos andado un camino de muchos años,  que hemos subido esa  escalera con tantos peldaños… Y vivir es  aprender  a vivir.